domingo, 10 de julio de 2011

revolución rusa (material)

2. Maurice Crouzet – El siglo XX

SEGUNDA PARTE

EL MUNDO SOVIÉTICO

"Si el liberalismo económico y político retrocede en los países capitalistas, desaparece completamente en la sexta parte de la tierra, donde la revolución rusa... es la primera etapa de una transformación fundamental de los principios sociales de la civilización occidental."

H. laski

El resultado más importante de la primera guerra mundial ha sido sin duda la revolución rusa — "el acontecimiento histórico más colosal desde la Reforma..."—pues ha roto la unidad del mundo que casi se había realizado en 1913. Bajo la dirección de las principales potencias europeas y de los Estados Unidos, todos los países económica y militarmente "atrasados" se habían incorporado de grado o por fuerza en el mismo sistema económico y social, adoptando los mismos ideales los mismos modos de pensar y la misma técnica. El año 1917 marca una brusca ruptura. A partir de esta fecha se levanta frente al mundo liberal y capitalista un sistema de organización completamente nuevo, cuyos principios fundamentales son radicalmente opuestos y que evolucionará según reglas propias. Partiendo de una economía agrícola primitiva, la Rusia bolchevique se transformará en una potencia industrial y militar de primer orden. Se ha señalado — en las páginas que preceden — la influencia que el nuevo Estado ruso ha ejercido sobre la evolución del mundo capitalista; una influencia positiva relativamente limitada, ya que se ha visto obligado a veces a un repliegue y a un aislamiento casi absolutos, y sus intervenciones directas o indirectas en el campo de la diplomacia y de la política interior han terminado fracasando. Pero su influencia negativa ha sido considerable a causa del desequilibrio que ha producido en las relaciones de las potencias; este "vacío" político y económico ha contribuido a desorganizar no sólo el sistema de comercio y de producción sino también la relación de fuerzas existente entre los Estados, agravando la tensión que los oponía mutuamente y que, en el interior de cada uno de ellos, oponía a las clase sociales.

CAPITULO PRIMERO

LA REVOLUCIÓN RUSA

EL régimen zarista se hunde en pocos días bajo la presión de un movimiento espontáneo, en cuya preparación los revolucionarios sólo han desempeñado, al principio, un papel limitado. Muy pronto la monarquía constitucional, que era el objetivo de los primeros jefes de la revolución, debe dejar paso a una república liberal y burguesa, y al cabo de pocos meses el fracaso de este régimen es de tal magnitud que se desmorona a su vez; en esta ocasión el partido bolchevique emprende la fundación de un Estado socialista.

I. LA CASA EN LLAMAS

La rapidez con que se produce este hundimiento se explica por la completa descomposición del régimen zarista. El imperio de Nicolás II, fundado en la opresión de las nacionalidades sometidas y en el dominio de una aristocracia poco numerosa, se había visto seriamente amenazado por la derrota y por las intentonas revolucionarias de 1905; el restablecimiento de la autoridad se había conseguido tan sólo gracias a una firme represión, favorecida por la ayuda económica de Francia, pero loa antagonismos internos subsistían en todas las esferas y la guerra los acentúa hasta hacerlos intolerables.

Los antagonismos

sociales y nacionales

La política de rusificación dirigida por el gobierno, la.iglesia ortodoxa y el ejercito—no solo sobre las nacionalidades claramente alógenas sino también sobre los ucranianos—se había agravado todavía más desde 1905-1906 levantando unánimemente a la población contra el régimen y provocando en todas partes el nacimiento de partidos nacionalistas de tendencia separatista. El crecimiento de la población hacía que el "hambre de tierra" fuese más viva entre los campesinos, al tiempo que el desarrollo de la gran industria provocaba la formación de una clase obrera numerosa y misérrima, en el seno de la cual la fuerte concentración industrial favorecía la aparición de una conciencia de clase. Relativamente poco numerosa, la burguesía estaba descontenta, y sufría la arrogancia, la corrupción y la incapacidad administrativa de un régimen arcaico que desconocía sus intereses y obstaculizaba su progreso.

La guerra que estalla acentúa los conflictos de nacionalidades y clases. Los polacos, decepcionados por el incumplimiento de las promesas del manifiesto del gran duque Nicolás se vuelven hacia Austria y Alemania, y los finlandeses y los pueblos bálticos no disimulan su simpatía germanófila o revolucionaria; además la desorganización económica, las penalidades del pueblo y las derrotas exasperan la oposición entre agricultores y propietarios, obreros y burgueses, soldados y oficiales.

El gobierno provi-

sional burgués

Bajo la presión de los obreros y de los soldados amotinados e1 reglmen se desmorona casi sin resistencia, abandonado por quienes detentan la autoridad salvo por una fracción de la policía. Como en 1905, los vencedores forman espontáneamente un Soviet constituido por diputados de los obreros y de los soldados cuyo Comité Ejecutivo está presidido por un menchevique y Kerensky, que es socialista revolucionario. Por su parte, bajo la presidencia del príncipe Lvov, ministro del Interior, la Duma ha instituido un gobierno provisional.

Tras la desaparición de la monarquía que los burgueses y nobles liberales hubieran querido mantener para restablecer la disciplina militar y el orden social, aparece un régimen dualista en el que se oponen el gobierno provisional "legal" que representa a la burguesía liberal, aunque sin poder, y el activo y dinámico Soviet que hace presión sobre aquél y cuya influencia aumenta a medida que los Soviets se multiplican hasta en los más pequeños pueblos. El gobierno provisional, con sus reformas introduce en Rusia las libertades clásicas de los países occidentales: independencia de la iglesia ortodoxa, jurados en la administración de justicia, consejos administrativos locales elegidos mediante sufragio universal y jornada de 8 horas; pero mantiene el principio de "la Rusia una e indivisible" y sólo reconoce la independencia de Polonia. Prosigue la guerra, demora la reforma agraria y busca la colaboración de las antiguas clases dirigentes. Esta actitud favorece el progreso del partido bolchevique, cuyo programa radical es popular: paz, libertad para las nacionalidades, expropiación de las grandes fincas y nacionalización de la tierra, de los bancos y de las grandes empresas y control obrero sobre la producción. Mucho menos sangrienta que la de marzo, la revolución de octubre derroca el gobierno de Kerensky, abandonado por todos aquellos que habían de ser sus partidarios, en medio de la apatía del pueblo.

Los primeros actos

del gobierno bolchevique

La oposición se reagrupa, tanto los partidarios del gobierno provisional como aquellos que lo habían combatido, los socialistas, los cadetes y los oficiales. El Comité de Salvación de la Patria y de la Revolución, fruto del Consejo Municipal de Petrogrado, y otros comités análogos formados en las principales ciudades se niegan a reconocer el gobierno de Lenin. El nuevo gobierno, pues, no dispone de ningún medio de acción, envuelto en un desorden inaudito. Sin embargo, actúa con una energía y una audacia que desconcierta a la heterogénea coalición de sus adversarios. Se suceden con gran rapidez varias medidas de decisiva importancia: petición a los beligerantes de una paz inmediata, devolución gratuita de las tierras a los campesinos; en enero de 1918 proclamación de la "Declaración de los pueblos de Rusia" elaborada por Stalin, nuevo comisario del pueblo en materia de nacionalidades, declaración que se basa en una "política de alianza sincera y libremente consentida entre loa pueblos de Rusia", seguida por una "llamada a los pueblos musulmanes trabajadores de Rusia y de Oriente", por la fusión de los Soviets de campesinos con los Soviets de obreros y soldados y, finalmente, por la disolución de la asamblea constituyente elegida en noviembre, después de la votación de la ley agraria. El partido coloca a sus militantes en los puestos de los funcionarios que se esfuerzan en paralizar su acción, haciendo así tabla rasa de todo aquello que habría podido perpetuar el antiguo aparato estatal y su tradición. En junio de 1918 el V Congreso General de los Soviets adopta una constitución que reglamenta el sistema en vigor desde hace unos meses. Constitución combativa, favorece al proletariado, principal apoyo del régimen: decreta un representante por cada 25.000 habitantes de las ciudades mientras que sólo hay uno por cada 125.000 habitantes del campo, voto público en diversos grados que permite conocer mejor a quienes son elegidos, y privación del derecho de voto a las clases sospechosas de adhesión al antiguo régimen: nobles, religiosos, patronos y antiguos políticos. El poder corresponde a una serie de consejos superpuestos que forman una pirámide cuya base está compuesta por los Soviets de ciudades o de pueblos, los únicos que han sido designados por sufragio directo; en la cúspide, el Congreso panruso de los Soviets elige un Comité Nacional Ejecutivo al cual se delegan todos sus poderes en el intervalo de las sesiones y que designan el Consejo de comisarios del pueblo, que detenta el poder ejecutivo. Es ya la "República de los Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados" pero su solidez es todavía muy precaria pues atraviesa una terrible crisis de guerra civil e internacional que no terminará hasta 1922.

El principio de la inter-

vención extranjera

Los comisarios del pueblo deben luchar contra las dificultades materiales enormes motivadas por la desorganización y la ruina de la economía, por la descomposición del sistema gubernamental y administrativo, por la sorda oposición de las antiguas clases dirigentes y privilegiados sociales; pero lo que es realmente grave es que deben enfrentarse con una guerra civil con los elementos armados sostenidos por los antiguos aliados, e incluso una auténtica guerra internacional. En efecto, desde el momento en que la preponderancia corresponde a los elementos decididos a concluir la paz, los gobiernos aliados adoptan frente a ellos una actitud hostil. Con la paz de Brest-Litovsk que cercena de Rusia sus tierras más pobladas y ricas los alemanes ocupan Ucrania, el "granero, donde apoyan al gobierno separatista de Skorepadski; también en Finlandia desembarcan tropas que ayudan al general Mannerheim a aplastar al gobierno bolchevique que allí se había establecido; responden a la petición de la república menchevique instaurada en Georgia enviando fuerzas militares, mientras que los turcos se instalan en el Cáucaso y en Bakú, conquistan el Azerbaiyián y desencadenan una activa propaganda panturaniana en Turquestán y Crimea. Con ello los imperios centrales han separado una franja de territorio que se extiende desde Finlandia al Caspio y en la que se hallan las mejores tierras de la antigua Rusia, las minas más ricas y las industrias petrolíferas.

Los aliados denuncian esta "traición" y procuran restablecer un gobierno que llevaría de nuevo a Rusia a la guerra y abriría otra vez un frente en el este, que pondría fin a la propaganda bolchevique en el extranjero y seguiría reconociendo las deudas contraídas por el gobierno zarista y respetando las propiedades extranjeras. Éste es el punto de partida de la política intervencionista que, después de la derrota de Alemania, se transforma cada vez más claramente en una política de guerra directa para derrocar al nuevo régimen. Esta política consiste en el desembarco de tropas aliadas en territorio ruso y, mediante el envío de armas, dinero y misiones militares, en la ayuda a los "rusos blancos" conservadores de todos los matices, socialistas revolucionarios y mencheviques, partidarios del antiguo régimen, partidarios de un régimen parlamentario y liberal, partidarios de las nacionalidades y adversarios de su independencia, deseosos de restablecer la unidad de Rusia.

Los británicos se instalan en el Caspio, forman un gobierno menchevique-socialista-revolucionario en Ashkabad y ocupan Merv. En el norte, desembarcan tropas en Murmansk y en Arkangel para equilibrar las tropas alemanas de Finlandia. En el este las fuerzas japonesas desembarcan en Vladivostok con el pretexto de recoger a las tropas checoeslovacas compuestas de antiguos prisioneros de guerra o desertores que se baten en retirada hacia la costa del Pacífico para ir a combatir a Francia.

Los gobiernos anti-

bolcheviques

Simultáneamente con esta intervención directa, los aliados ayudan a los antibolcheviques que se organizan en el interior y sobre todo en las provincias periféricas. De este modo se organizan ciertas "Vendées” que reducen extraordinariamente el territorio efectivamente sometido a la autoridad del gobierno de Moscú: sublevación de Savinkov en Yaroslav en julio, organización de un ejército antibolchevique en el territorio de los Cosacos del Don con Kornilof y luego Alexeiev, y la constitución de un gobierno "blanco" en Arkangel; por su parte, los soldados checoeslovacos que han interrumpido su retirada y vuelven hacia el oeste ocupan Samara y Kazan. En septiembre se crea en Omsk un gobierno socialista revolucionario. La conclusión del armisticio de 11 de noviembre permite a los aliados intervenir activamente: desembarcan en Odessa tropas francesas y en diciembre de 1918 soldados franceses, polacos y griegos ocupan en el Mar Negro una zona costera de unos 150 km. de anchura. Por su parte, los oficiales de Siberia derrocan el gobierno de Omsk y proclaman al almirante Koltchak "jefe supremo de Rusia". Se unifica la lucha contra los bolcheviques: Denikin, sucesor de Alexeief al frente de las tropas de Kuban, reconoce la autoridad de Koltchak. "El plan de los aliados, escribe Clemenceau el 21 de diciembre, consiste en obtener simultáneamente un cerco económico de los bolcheviques y la organización del orden por los elementos rusos." El programa es realizado a principios de 1919 y durante los primeros meses de este año; en el este, el almirante Koltchak, aconsejado por los generales Janin y Knox, obliga a los bolcheviques a retirarse hacia el Volga. El general Yudénitch, equipado por los ingleses, se apodera de Pskov, alcanzando las afueras de Petrogrado, y Denikin, que dispone de una excelente caballería, amenaza Moscú; pero a fines de 1919 es derrotado por la caballería roja y abandonado por los cosacos, del mismo modo que Yudénitch lo ha sido por los estonianos. A principios de 1920 se produce la retirada general. Las tropas de Koltchak huyen a pie o en trineo hacia Siberia y el almirante es fusilado en febrero. Denikin reemplazado por Wrangel conduce sus tropas a Crimea, que evacuará' en noviembre. Polonia formula la ultima amenaza al desencadenar una ofensiva en Ucrania; se apodera de Kiev en mayo pero sus tropas son luego perseguidas y Polonia es invadida. La contraofensiva de agosto salva a Varsovia que se hallaba amenazada y en octubre se firman los preliminares de la futura paz de Riga. Cuando empieza 1921 ha terminado la guerra civil y la internacional, los ejércitos blancos han sido aniquilados o expulsados y la república menchevique de Georgia, que había sido reconocida de jure por los aliados, cae en 1921. Cuando en septiembre de 1922 los japoneses abandonan la Provincia Marítima bajo la presión británica y americana, el gobierno blanco de la República de Extremo Oriente se desmorona y el territorio vuelve a integrarse en la unidad rusa.

El fracaso de la

intervención

Así, pues, el gobierno bolchevique resulta victorioso. Las causas de su victoria son numerosas y variadas. Los aliados que luchaban contra él tenían unos objetivos bélicos a menudo contradictorios y el presidente Wilson, enemigo de cualquier medida que pudiera atentar a la integridad de Rusia, frenó siempre a los intervensionistas. Por otra parte se producen motines y deserciones entre la tropa, que no desea proseguir una guerra que no se concreta; los obreros franceses y británicos se muestran francamente hostiles a esta política: aparecen protestas de la C.G.T. y del partido socialista francés, algaradas y huelgas en las ciudades obreras inglesas y la consigna del partido laborista, "Hands off Russia", "Dejad tranquila a Rusia". Se necesitan soldados en la India, en Irlanda y para combatir la revolución húngara; los disturbios en Alemania y el temor de que el gobierno alemán firme la paz y se aproxime a Moscú incitan a la prudencia. Además, para ser eficaz, la expedición debería estar formada por 400.000 hombres cuya concentración es imposible. Por su parte, los partidarios de la rápida reconstrucción de Europa, entre los cuales hay muchos hombres de negocios británicos, se dan cuenta de que ello es imposible si se sigue manteniendo apartada a Rusia. Su campaña en favor del restablecimiento de relaciones económicas con todos los países atenúa la política de intervención. Por ello los aliados renuncian a la intervención directa, abandonan Odessa y el Cáucaso y adoptan una política de cordón sanitario.

La derrota de la

contrarrevolución

También los antibolcheviques rusos tenían escasa fuerza y se hallaban divididos. Hacia la izquierda, los socialistas revolucionarios y los mencheviques eran sin duda los que representaban la más importante fuerza popular, pero subordinaban la reforma agraria a la votación de una Asamblea Constituyente. Hacia la derecha, los liberales eran poco numerosos y la fuerza estaba detentada por los elementos de derecha y extrema derecha: grandes propietarios, altos funcionarios, muchos oficiales en gran parte monárquicos, que no vacilaron en acudir a la fuerza para eliminar a sus adversarios y establecer gobiernos dictatoriales. Este ofensivo retorno de las antiguas clases dirigentes fue lo que llevó a las clases populares al bolchevismo. En los territorios sometidos a los gobiernos antibolcheviques los propietarios tomaron posesión nuevamente de las tierras que habían sido ocupadas y se esforzaron en recobrar su autoridad sobre "sus" campesinos; los obreros sospechosos a priori de bolchevismo fueron vigilados y detenidos; estos gobiernos no tuvieron nunca una base popular y por ello no pudieron movilizar efectivos de importancia. Al contrario, se produjeron grandes levantamientos de campesinos exasperados y a retaguardia de los ejércitos de Koltchak y Denikin se formaron numerosas guerrillas partidarias de los Soviets o simplemente anárquicas como las de Makhno en Ucrania; finalmente, las nacionalidades se revelaron contra la política unitaria. Yudénitch obtuvo sus primeros éxitos gracias a la ayuda de los estonianos, pero cuando éstos vieron que su victoria les llevaría a caer bajo la dominación rusa hicieron fracasar su ofensiva; por la misma razón los Cosacos del Don, de Kuban y de Terek abandonaron a Krasnov y Denikin; en Ucrania la población les fue siempre hostil y Petliura combatió a los anti-bolcheviques con mayor tesón aún que a los bolcheviques. La arrogancia, la ignorancia, la arbitrariedad y la incapacidad de los jefes, el desorden y el pillaje y también la corrupción reinante en su estado mayor y su administración les hicieron perder la adhesión del pueblo, que veía además en ellos a los agentes del extranjero. El ataque polaco en 1910, en particular, y la invasión de Ucrania provocaron una explosión de sentimiento patriótico que supuso la adhesión al Ejército Rojo del general Brussilov, el último de los comandantes en jefe del antiguo ejército, y de numerosos oficiales zaristas.

El gobierno bolchevique triunfa frente a los "blancos" divididos gracias a la energía y a la lucidez de Lenin y sus colaboradores; su indiscutida autoridad supo dar a los ejércitos que operaban en un espacio tan vasto una unidad de acción de la que sus adversarios eran incapaces. La política federalista de los Soviets tranquilizaba a las nacionalidades y su política agraria agradaba a los campesinos, mientras que el programa de los blancos suponía el retorno a la "unidad" y la restitución de las tierras a los antiguos propietarios; el régimen aparecía además como el defensor del territorio nacional contra los aliados extranjeros. Esta enérgica posición moral fue reforzada en verano de 1918 por la formación del Ejército Rojo compuesto por antiguos soldados y jóvenes obreros y campesinos mandados por oficiales procedentes de la tropa o incluso del antiguo ejército. Estos soldados y campesinos que pocos meses antes habían abandonado el frente alemán desertando y negándose a combatir, aceptaron ser movilizados de nuevo cuando sospecharon la significación de la lucha contra las renacidas fuerzas del pasado. Los efectivos pasaron de 350.000 hombres en octubre de 1918 a 1.500.000 en mayo de 1919, Al acercarse Yudénitch a Petrogrado y llegar las tropas de Denikin a Orel los obreros de las fábricas se arman y alistan, y el partido comunista en Ucrania moviliza el 90 % de sus adheridos y los envía al frente. Superior en número y calidad el Ejército Rojo se beneficia también de su posición central y en consecuencia de la posibilidad de maniobrar y disponer de mejores medios de transporte.

Las consecuencias de la intervención y de la guerra civil

La cruzada antibolchevique había fracasado, las fuerzas aliadas eran demasiado escasas para desempeñar un papel decisivo y los “gobiernos” auxiliados, a veces creados artificialmente, habían revelado ya su impotencia y su incapacidad. Sólo habían sabido ofrecer al pueblo un vago programa de monarquía constitucional y demostraban con los hechos su voluntad de restablecer el antiguo régimen social.

La intervención ha prolongado la guerra civil, agravando la anarquía administrativa y sumiendo al país, especialmente Ucrania y Siberia, en una confusión indescriptible. Durante tres años la guerra social y la guerra con el exterior han multiplicado los saqueos, la miseria y la represión sangrienta, acumulando los desastres en todo el territorio.

Los vencidos se exilian. Los rusos blancos de todas las tendencias, cuyo número se acerca a los dos millones, aristócratas, oficiales, industriales y comerciantes, los representantes de las clases liberales y los soldados de los ejércitos de Wrangel y de Koltchak, los intelectuales y los socialistas revolucionarios, los georgianos y los ucranianos se instalan en Manchuria y en China, en Checoslovaquia, Bulgaria y Yugoslavia, en todo el Oriente, en América y sobre todo en Francia, adaptándose más o menos a las nuevas condiciones y hundiéndose a veces en la más extrema miseria. Divididos políticamente en grupos enemigos que se culpan mutuamente del fracaso de la contrarrevolución y se acusan de traición, ejercen, sin embargo, una gran influencia sobre los gobiernos y parte de la opinión de los países que los han acogido, en los que acentúan la hostilidad contra la Rusia bolchevique.

Por ello las consecuencias de la guerra civil se dejan sentir y se prolongan cuando las ruinas han desaparecido ya. La política intervencionista y la influencia de la emigración sobre los gobiernos han convencido a los Soviets que el mundo capitalista pretende derrotarlos por todos los medios; de ahí su desconfianza por los pactos, y su temor al cerco y al bloqueo que nunca se desvanecerá. Aislados por su nueva estructura social y por el bloqueo, rodeados por enemigos implacables, encontrarán grandes dificultades en restablecer su economía, y su evolución interna se verá entorpecida grandemente por la obligación de preparar y conservar una poderosa máquina de guerra — pronta a hacer frente a todas las amenazas—y por la preocupación de no permitir oposición alguna que pueda debilitar el poderío de la nación y la voluntad de defender el régimen. Ciertos aspectos de la dictadura derivan de la intervención aliada y de sus secuelas.

II. EL COMUNISMO DE GUERRA Y LA N.E.P., 1921-1924

El régimen bolchevique ha necesitado 10 años para pasar de la economía capitalista al socialismo. Las antiguas clases dirigentes no sólo habían perdido su poder económico y político sino que, en gran parte, habían desaparecido físicamente. Sus tierras, sus fábricas y todo el capital extranjero había sido confiscado. Las condiciones parecían, pues, favorables al control y dirección de la producción y también para ocupar las posiciones básicas de la economía, los bancos y los medios de transporte. Pero Rusia era industrialmente el país más atrasado de Europa y la población agrícola representaba por lo menos el 80% de la población total (es decir, la proporción existente en la Europa occidental hacia 1800); la clase obrera, que constituía el más sólido baluarte del partido bolchevique, era sólo una minoría, y si millones de campesinos habían luchado contra los "blancos" con decisión, su actitud no se debía a su simpatía por los soviéticos sino a que les constaba que la derrota de los bolcheviques habría llevado consigo la pérdida de la tierra que acababan de adquirir.

El periodo de transición

previsto por Lenin

Por ello los jefes bolcheviques comprendieron la necesidad de un período de transición que permitiera restañar las heridas causadas por la guerra internacional y civil y preparar a la opinión para el establecimiento del socialismo.

Durante los primeros meses de la revolución las medidas adoptadas habían dado satisfacción inmediata a los deseos de los campesinos, los obreros y los soldados, pero ninguna de ellas era exclusivamente socialista y menos aún comunista; la mayoría habían sido preconizadas por los burgueses radicales. Lenin no pretendía, pues—de manera inmediata—, la socialización propiamente dicha de los medios de producción ni la expropiación de los capitalistas, sino tan sólo la estrecha vigilancia del Estado sobre los centros esenciales de la economía, es decir los bancos, que habían de ser nacionalizados al mismo tiempo que las compañías de seguros y las entidades de monopolio (azúcar, petróleo, hulla, metalurgia); se obligaría a los industriales y comerciantes a unirse en sindicatos y a renunciar al secreto comercial, y se agruparía a la población en sociedades de consumo. No se trataba, pues, de implantar un programa socialista, considerado prematuro, sino un régimen transitorio que debía conducir al socialismo, pues éste sólo podría realizarse cuando los obreros estuvieran capacitados para dirigir por sí mismos las empresas y la inmensa mayoría de la población "tuviera conciencia de la necesidad de una revolución socialista"

Si Lenin estaba decidido a seguir este prudente camino se debía también a su criterio de que sólo la revolución de toda Europa permitiría que Rusia transformara el régimen capitalista en régimen socialista. Como él mismo subrayará, es "la táctica adoptada por la clase capitalista" la que le obliga a efectuar profundas reformas económicas antes de lo que tenía previsto. Esta política suponía, en efecto, la cooperación de los propietarios, los antiguos funcionarios y los técnicos burgueses. Pero este estado mayor económico y la mayor parte de la intelligentsia había boicoteado el régimen en la confianza de imposibilitar cualquier gobierno y de forzar la retirada de los nuevos hombres. Las medidas acordadas durante las semanas que siguen a la Revolución y que en parte se incluyen en el Código de Trabajo de 1918 no fueron, pues, fácilmente aplicables: obligación de trabajar que afecta a todos los ciudadanos ("quien no trabaja no come"), control obrero de la industria, nacionalización de la banca, de la tierra y del comercio exterior, organización de cooperativas de consumo, confiscación de las grandes fincas sin indemnización, abolición del derecho de propiedad territorial, que pasa al Estado, devolución de la tierra a quienes la trabajan con su propio esfuerzo y prohibición de los trabajos agrícolas mediante salario. La partición debía ser controlada por comités agrarios de medianos y pequeños campesinos.

El deterioro del utillaje y el deficiente estado de los transportes hacían muy difícil una explotación racional y ordenada, y los patronos que seguían siendo propietarios de sus empresas apoyaban los movimientos antibolcheviques, excitando el recelo de los obreros que los acusaban de sabotaje. Aunque la población de las grandes ciudades ha disminuido en mas de una mitad en Petrogrado, en un 45% en Moscú y en un tercio en las capitales de las cuarenta provincias, su abastecimiento y el del ejército son causa de graves preocupaciones, de tal modo que estos problemas amenazan anular el buen resultado que se esperaba de las medidas adoptadas. Faltado del antiguo engranaje de percepción de impuestos, el nuevo gobierno sólo puede alimentar a las ciudades y al ejército mediante requisas en el campo. Debido a que el abastecimiento urbano estaba antes asegurado por los excedentes producidos por las grandes propiedades, la partición de las grandes fincas había retirado del mercado más de los 3/4 del trigo que antes era suministrado. Por ello se procede a continuas incautaciones.

Por su parte la producción industrial había retrocedido lamentablemente: en 1920 la producción de fundición es sólo de un 2,4% con respecto a 1913, la del acero un 4%, la de algodón manufacturado un 5% y la de azúcar un 5,8%; el valor de las mercancías manufacturadas entregadas para el consumo alcanza sólo a 1/8 del correspondiente a 1912. El número de obreros ha disminuido en un 24% en total, siendo la disminución en los ferrocarriles de un 37% y en la construcción de un 34%, como resultado de la movilización y de la desaparición en la guerra de numerosos obreros y de la emigración al campo a causa del hambre.

El comunismo de guerra

En estas condiciones se decretan las medidas que caracterizan lo que se ha llamado el comunismo de guerra. Su finalidad es "una estricta reglamentación del consumo y la producción en un país sitiado", pero supone unas transformaciones de la estructura económica que ya nunca serán discutidas. En primer lugar se nacionalizan todas las empresas que den empleo a un mínimo de 5 obreros si disponen de un motor, y de 10 en el caso contrario. Se produce, pues, la expropiación completa de la gran industria y de la mayor parte de las pequeñas y medianas empresas; el simple control obrero que estaba previsto es reemplazado por la gestión obrera; la dirección de cada empresa corresponde a un director nombrado por los sindicatos, asistido por un consejo obrero elegido, y la producción de cada rama industrial es regulada por una dirección central. Se crea el monopolio estatal de cereales y los "comités de campesinos pobres" encargados de combatir la influencia política de los cultivadores acomodados dueños de ganado y material y animadores de la resistencia, y de confiscar las reservas de trigo de los campesinos ricos. Se encomienda también a estos comités la misión de distribuir las semillas y recursos agrícolas, de fijar los precios y salarios e inspeccionar las cooperativas y mercados. Finalmente comienzan a organizarse granjas agrícolas colectivas de producción y consumo, completa o parcialmente colectivizadas, aunque su número en 1921 significa tan sólo el 1% de todas las explotaciones rurales.

Pero durante seis años la guerra ha arruinado los más ricos territorios (Ucrania); se hace preciso apoderarse de los excedentes de los campesinos algo acomodados e incluso pobres, recortar las provisiones familiares, y de ahí el descontento, los alzamientos contra las requisas y el aislamiento; se limitan a producir tan sólo lo que requiere su consumo personal, tanto más cuanto les es imposible procurarse el petróleo, el jabón y los objetos manufacturados que necesitan; las superficies sembradas disminuyen en un tercio y la cosecha de 1920 supone tan sólo los 2/3 de la de 1917 y la mitad de la de 1913. Libres de la amenaza de perder sus tierras y de una restauración a causa de la derrota de los "blancos" los campesinos adoptan una actitud hostil al gobierno. Finalmente, la inflación es tan considerable que éste se esfuerza en limitar en lo posible el papel de la moneda, organizando entre obreros y empleados del Estado un sistema de equivalencia gratuita de servicios representados por vales, verdadero sistema de trueque y de pago en especie que, por otra parte, no detiene la inflación ni el alza catastrófica de los precios; al pagarse los salarios en especie, la moneda, cuyo valor se debilita cada vez más, tiende a desaparecer.

Así la economía soviética se convierte en una economía natural, a causa de la desintegración de la sociedad, de la destrucción y desorganización de las fuerzas productoras y de la extremada rareza de los productos y de la mano de obra. Pero entre las ciudades y el campo se ha producido una peligrosa ruptura y, por eso, el comunismo de guerra es abandonado.

La N.E.P.

Al terminar la guerra civil se apela a la iniciativa privada para la reconstrucción de la economía; las incautaciones son substituidas por un impuesto en especie y se favorece el renacimiento de una pequeña industria, indispensable para que los campesinos puedan desarrollar «u producción, con la cual en cierto modo se restablece el capitalismo. "Repliegue" limitado a ser un expediente temporal, pues varias de las medidas del comunismo de guerra eran actualizadas de nuevo y pasarán a ser las bases del Plan quinquenal (nacionalización, control de la industria, movilización del trabajo); otras disposiciones, ciertamente, serán definitivamente abandonadas, en especial las referentes a la economía y la moneda. Se instituye un sistema de economía mixta por el cual el Estado retiene en sus manos un poderoso sector socializado que comprende los medios de transporte, el crédito, el comercio exterior y la industria de mayor importancia. Estas empresas estatales emplean el 84,5% de la mano de obra y producen el 92,4% del valor total, mientras que menos del 15% de la mano de obra asalariada producen el 2,7% en las cooperativas y las empresas privadas — sobre todo alimentación y cuero — suministran el 4,9% del valor de las mercancías con sólo un 2% de trabajadores. El sector industrial que permanece libre es, pues, muy reducido.

La nueva política económica (N.E.P.) que entra en vigor en marzo de 1921 es esencialmente una concesión a los campesinos y a los obreros, a quienes se quiere interesar en la producción. Se aligeran los impuestos, y después de su pago el campesino puede vender libremente al mercado el resto de su cosecha; se vuelve a la economía monetaria, se derogan los trueques directos obligatorios y los pequeños artesanos pueden—como los campesinos—vender libremente los productos de su trabajo; el Banco del Estado, creado en octubre, restablece las cuentas corrientes, se suprime la limitación de poseer dinero, la propiedad de la tierra es transmisible a los herederos y se prohibe la venta de parcelas, pero su arrendamiento es posible; se autoriza finalmente el empleo de trabajadores asalariados. En 1924 se substituye el impuesto en especies por el impuesto en metálico y la inflación se detiene mediante la emisión de una nueva moneda, el tchervonctz.

El Código de Trabajo de 1922, de acuerdo con los principios de la N.E.P. ya no se funda en la obligación del trabajo (afirmada sin embargo por la Constitución de 1925); la deja en suspenso para una gran parte de la población aboliendo "de hecho sino de derecho" uno de los principios esenciales del período precedente; se reconocen algunas concepciones de la economía capitalista, el contrato de trabajo es considerado como un contrato de venta de la energía de trabajo, los salarios quedan fijados por los contratos colectivos concluidos entre sindicatos y patronos; aunque prevé una remuneración mínima y protege al obrero, el Código estipula el salario horario o a destajo.

La mayor innovación de la N.E.P., consiste en la tendencia a reforzar la producción de bienes de consumo y a desarrollar "la independencia y la iniciativa" de las empresas estatales, de manera que sean responsables de su propia gestión y se aseguren su funcionamiento por sus propios medios; proyecta la agrupación de estas empresas en uniones (trusts) que emplean los mismo métodos. A fines de 1922 existen 421 trust, aparte la industria hullera y petrolífera, 380 de los cuales reúnen a 840.000 obreros. El más importante es el del ramo textil de Ivanovo-Vosnesensk que cuenta con 54.000 obreros, y otros 21 trusts emplean cada uno más de 10.000. El trust estatal se convierte en la principal forma de organización de la industria del Estado soviético.

Los resultados

Ante el estímulo de estas concesiones la producción agrícola aumenta rápidamente. Pese a la sequía que en 1921 frustra las cosechas en Ucrania y en los países del Volga medio, provocando un hambre espantosa, las superficies cultivadas pasan de 63 millones de hectáreas en 1922 a 82 millones en 1923, 87 en 1924 y 94.400.000 en 1927; el rendimiento mejora y el número de cabezas de ganado pasa de 46 millones en 1922 a 62 millones en 1925. Gracias a las dos abundantes cosechas de 1922-1923 la producción casi alcanza el nivel de 1916. La rapidez de esta recuperación se explica por el carácter primitivo de la agricultura rusa' no se han necesitado capitales, máquinas, ni métodos complicados de reconstrucción; estimulado por la reaparición del comercio privado, el mujik se ha limitado a tomar de nuevo su arado de madera y su hoz. Así, pues, su condición ha mejorado notablemente, la N.E.P. le ha dado la posibilidad de vender sus productos a un precio elevado, el Código rural de 1922 le ha asegurado la posesión de la tierra y el progreso hacia el restablecimiento de una moneda estable le protege contra el retorno de la inflación, de la cual había sido la víctima principal; con la magnífica cosecha de 1922 que incluso ha permitido una modesta exportación, se encuentra en mejores condiciones que nunca desde que se produjo la revolución.

En la industria era imposible una recuperación tan rápida. Muchas fábricas habían sido destruidas y la maquinaria abandonada, oxidada e inservible. La guerra civil y el hambre habían dispersado a la población obrera los elementos más enérgicos y socialmente más conscientes de la clase obrera habían perecido en el campo de batalla o se encuadraban en las nuevas administraciones. Un gran número de obreros se habían dispersado en el campo, integrándose de nuevo en la vida rural de la que habían salido hacía poco. La fuerte demanda de productos de consumo y el renacimiento del comercio privado y de la economía de beneficio estimulan la industria de los bienes de consumo, pero la industria pesada permanece paralizada. La producción aumenta pero no supera su evidente retraso; en las industrias rurales o artesanas supone un 54% del nivel de 1912, en la lana un 55% y en los tejidos de lino un 72% pero respecto al algodón, cuya materia prima no ha podido llegar del Turquestán durante más de dos años, se reduce a un 15,5% en las industrias extractivas se calcula en un 36%, en un 39% para el petróleo y para la industria metalúrgica cuyo auge es indispensable para la industrialización del país la cifra que se consigue es sólo el 7% de la de 1932. En 1923, el conjunto de la industria trabaja según el 34% de su capacidad. En suma, mientras que la agricultura ha alcanzado los 3/4 de su producción de antes de la guerra, la industria se limita a una cuarta parte.

Ello se debe a que la N.E.P. no otorga al obrero unos beneficios comparables a los que concede al campesino. Los nuevos métodos de contabilidad impuestos a la industria y la obligación de las empresas de bastarse a sí mismas les privan de los créditos del Estado, mientras que la necesidad de pagar los salarios en metálico les fuerza en 1921 a liquidar sus reservas a precios muy bajos, inferiores a los de coste. Para aligerar sus gravámenes, las empresas despiden parte del personal y el paro, que en octubre de 1921 afectaba a 150.000 obreros, asciende a 650.000 en enero de 1923 y a 1.240.000 en enero de 1924, principalmente en la región de Moscú y aún mas en Petrogrado. Los efectivos de los sindicatos pasan de 8.400.000 en julio de 1921 a 4.500.000 en octubre de 1922 y sólo un año más tarde se recuperan hasta 5.500.000.

No tardan en aparecer otras consecuencias de la NEP. En 1921 habían sido ya previstas por Lenin.

Si hablamos de comercio libre damos nuevas fuerzas a los kulaks y la substitución de las contribuciones en especie por los impuestos significa que la clase de los kulaks «era más poderosa e importante que nunca...

En efecto, la prosperidad de la agricultura beneficia a los campesinos ricos y en el campo se produce una diferenciación acelerada entre ricos y pobres. Algunos caen por debajo del nivel indispensable para seguir siendo independientes y deben alquilar sus tierras y sus brazos a los más ricos; a fines de 1923 400.000 campesinos emplean a 600.000 trabajadores asalariados, en 1926-1927 existen 5.800.000 obreros agrícolas y aumenta extraordinariamente el número de campesinos pobres que emigran más allá de los Urales o hacia las ciudades, donde se incorporan al contingente de los parados.

En la industria, la necesidad de producir con eficiencia ha puesto la dirección en manos de los "especialistas" que pertenecen a las antiguas clases dirigentes; son ellos los que deciden los contratos, los salarios y los despidos y sus extensas atribuciones llegan hasta el lock-out. En cuanto al comercio interior — compras por los trusts y cooperativas de las materias primas que necesitan y distribución de sus productos—pasa a ser libre y ejercido (en un 83% a principios de 1924) por los hombres de negocios de antes, y por los nuevos especuladores y aventureros que se hacen indispensables y se infiltran en las cooperativas, algunas de las cuales se convierten en simples empresas privadas. Estos nepmen gastan sin medida y amasan considerables fortunas que en parte son trasladadas al extranjero. Según Krassin, Moscú recupera su aspecto de antes de la guerra con sus espectáculos nocturnos, sus cafés cantantes, sus casas de juego y sus taxistas y camareros que vuelven a saludar a sus clientes con el título de barin.

La crisis de la “tijera”

Finalmente se agrava la tensión entre la industria y la agricultura que la N.E.P. había tan solo disimulado. A fines del verano de 1923 estalla la crisis que Lenin denominó gráficamente de la "tijera". La divergencia entre los precios agrícolas y los precios industriales, que se creía evitable, se ha acentuado cada vez más. En octubre los precios de detalle y mayor de los productos industriales están en un 171% y un 1.87% en relación con el índice de 1913, y los precios de detalle y mayor de los productos agrícolas en un 49% y un 58%. Si desde 1917 las crisis anteriores habían sido de penuria, en este momento los almacenes se hallan rebosantes y la cosecha ha proporcionado un considerable excedente de productos agrícolas. La crisis no se debe, pues, a una producción insuficiente sino a la imposibilidad de intercambio entre los productos industriales y agrícolas. Los campesinos que necesitan urgentemente este comercio se encuentran con que los productos industriales que deberían comprar son demasiado caros. Por otra parte el malestar obrero se manifiesta en las extensas huelgas que estallan espontáneamente en la industria pesada. Es preciso restablecer el control de los precios de mayor y sobre todo de detalle, completamente libres puesto que dependían del comercio privado, y disminuir el número de intermediarios; varios millares de nepmen son detenidos o expulsados de Moscú. A fines de 1923 la crisis de la "tijera" se atenúa. Al ano siguiente, otra excelente cosecha permite una importante exportación que eleva los precios agrícolas en el momento en que la contracción del crédito y las medidas oficiales de control de precios provocan la baja de los precios industriales. Pero la producción industrial de 1923 es sólo el doble de la de 1920 (el peor año desde la revolución) y la industria pesada, el sector más recalcitrante de la economía, alcanza tan sólo el 34% del índice de 1913.

En los años que siguen la producción agrícola progresa, pero en 1927 se calcula en 720.000.000 de quintales, con un déficit de 40.000.000 con respete a la producción de 1913, mientras que la población ha aumentado en 10 millones de habitantes y sigue incrementándose en tres millones cada año; en 1928-1929 la producción se fija aproximadamente en esta cifra, resultado del malthusianismo de los campesinos que encuentran escasa compensación en los cereales. El abastecimiento de las ciudades es cada vez más difícil a causa de la escasa cantidad de cereales que se halla en el mercado, un 11% en 1928 frente al 25% en 1913. La N.E.P. se muestra incapaz de desarrollar las formas productivas de la agricultura y el país se halla "al borde del hambre". El proceso de diferenciación social se agrava y los campesinos acomodados arriendan un número creciente de tierras y trabajadores, concentrando en pocas manos el aprovechamiento del suelo y de los medios de producción; en 1927 el 6% de las explotaciones agrícolas disponen del 58% de los cereales negociables, tendiendo a ser eliminadas "las explotaciones pobres". Así se forma rápidamente una burguesía rural que constituye una amenaza al régimen por sus intereses ideológicos y sus tendencias económicas.

Para congraciarse con esta clase, el gobierno aumenta cada año el precio de compra del trigo, dificultando la vida de las poblaciones urbanas y el equilibrio del presupuesto y en consecuencia la industrialización del país, y no obstante gracias a las reservas que acumulan, los kulaks se hallan en condiciones, en 1928, de provocar el hambre en las ciudades. Exceptuando la energía eléctrica, la producción industrial sólo ha obtenido resultados mediocres y la industria pesada se halla especialmente retrasada. Teniendo en cuenta el aumento de la población, el consumo por habitante se ha reducido en todos los aspectos en relación con 1913, la escasez de mercancías se agrava progresivamente y los precios de coste son muy elevados (superiores en un 250% a los del mercado mundial, aunque los salarios sean inferiores) a causa de la antigüedad del material, del desaprovechamiento de materias primas y de los gastos administrativos. La racionalización es insuficiente y, sin embargo, favorece el paro. La situación financiera no es más favorable: el Estado no puede realizar las inversiones que serían necesarias y para cubrir su déficit se ve obligado a solicitar empréstitos de tipo muy elevado a los kulaks—cuya influencia económica aumenta — ya emitir billetes que disminuyen el valor del rublo, y en consecuencia su poder adquisitivo.

La N.E.P. diplomática

La esperanza de obtener capitales extranjeros queda también frustrada. Paralelamente a la N.E.P. interior había existido una N.E.P. de política extranjera. Mientras esperaba el éxito de las revoluciones proletarias en los demás países, Lenin se daba perfecta cuenta de que Rusia no podía, al mismo tiempo, transformarse en el interior y mantener una guerra internacional; advertía por tanto lo importante que era para Rusia ganar tiempo; por esta razón había firmado en Brest-Litovsk la "paz de Tilsitt" que sus adversarios le habían reprochado. Aunque las guerras de intervención le demostraron que era inútil esperar ayuda de los países capitalistas intentó restablecer relaciones normales con el resto del mundo. Esta N.E.P. se caracteriza por las negociaciones comerciales con Inglaterra en 1920-1921, el tratado de Rapallo de 1922 — que rompió el bloqueo que Rusia había experimentado—, los tratados de amistad y neutralidad firmados por los países vecinos, la participación en las conferencias internacionales celebradas bajo los auspicios de la Sociedad de Naciones, etc. Estos esfuerzos, sin embargo, no lograron evitar la hostilidad de que Rusia era objeto, incluso en Asia, donde se concluyeron acuerdos con Turquía, Irán y Afghanistán por los cuales Rusia renunciaba a los "tratados desiguales" y a los privilegios adquiridos por el gobierno zarista; tan sólo el tratado de 1923 con Sun-Yat-Sen permitió a Rusia desempeñar un activo papel fuera de sus fronteras. Aunque la mayoría de las grandes y pequeñas potencias reconocieron su gobierno en 1924 y 1925, Rusia quedó prácticamente aislada. Por otra parte el fracaso del intento de revolución bolchevique en Alemania en 1923, después de la crisis del Ruhr, había demostrado que la esperanza de una revolución europea era prematura.

La experiencia revelaba, pues, que tanto en el plano político como en el económico Rusia sólo podía confiar en sí misma.

La N.E.P. es condenada

Durante los años que a partir de la enfermedad de Lenin constituyen lo que se ha llamado el Interregno, de 1923 a 1929, la presión de las dificultades de la N.E.P. interior y de los contratiempos de la N.E.P. diplomática prepara la solución que será adoptada: la del "socialismo en un solo país".

La hostilidad de los gobiernos y de las clases dirigentes, que han considerado a la N.E.P. como una confesión de debilidad, el primer paso del "perro rabioso de Europa" hacia "un retorno a la razón", la ayuda y protección ofrecida a los emigrados, las permanentes campañas de prensa, el recuerdo de la guerra de intervención y la decepcionante debilidad de los partidos comunistas extranjeros explican que durante todo este período el gobierno soviético desconfíe sin cesar del mundo capitalista y recele de una coalición antisoviética cuya formación cree advertir a cada momento. Todos los documentos diplomáticos soviéticos descubren este estado de ánimo. El plan Dawes es tildado de preparar "un frente único de las naciones capitalistas contra la Unión" y se acusa al acuerdo de Locarno de dejar a Alemania las manos libres en el Este para "proseguir una política de cerco de la U.R.S.S.". En 1927 la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Gran Bretaña y Rusia, coincidiendo con la ruptura de Chan-Kai-Chek con los comunistas chinos, provoca una gran inquietud y Stalin declara que "el principal problema de hoy es la amenaza de una nueva guerra imperialista" y añade: "la coexistencia pacífica entre Rusia y los países capitalistas que hasta hoy se había conservado pertenece ya al pasado".

La N.E.P. había permitido mejorar la agricultura, reconciliar a los campesinos con el régimen y desarrollar parte de la industria; pero había provocado la reconstitución de una clase rural acomodada y de una burguesía — formada en parte por miembros de las antiguas clases dirigentes — cuyo papel en la vida económica tendía a ser fundamental. No sólo no se había cimentado el socialismo sino que se adivinaba una ofensiva reaparición del régimen destruido, mientras que la clase obrera que había hecho la revolución y era su mejor soporte pasaba a ser la menos favorecida por el sistema económico; por otra parte la industria pesada, básica para edificar una sociedad socialista independiente y próspera, no podía progresar de manera apreciable y rápida en el cuadro de la N.E.P., principalmente por falta de capitales.

Todas estas contradicciones se reflejan en las diversas tendencias que luchan entre sí dentro del partido comunista cuando, con la muerte de Lenin, desaparece su jefe indiscutible. Al cabo de 7 años de N.E.P. la Unión se encuentra en un callejón sin salida; el progreso de la agricultura es obstaculizado por la parcelación de tierras y la inexistencia de utillaje moderno; en el mercado interior escasean los productos agrícolas e industriales, la disminución de exportaciones amenaza con restringir la importación de materias primas indispensables, se agrava la tensión entre las ciudades y el campo y Rusia se ve incapaz de suministrar los capitales que le son necesarios para desarrollar su economía. Para no verse forzado a readmitir un régimen puramente capitalista que supone su propia desaparición, el régimen soviético abandona la N.E.P. Estas consideraciones de política interior y exterior presiden, pues, el cambio que decreta el XV Congreso del Partido Comunista cuando determina la aplicación del primer plan quinquenal.

CAPÍTULO II

LA ELEVACIÓN AL RANGO DE GRAN POTENCIA ECONÓMICA.

EL REPLIEGUE Y LA NUEVA ORGANIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

I. LOS PLANES QUINQUENALES

Razones de orden práctico y no precisamente teóricas son las que imponen la política de los planes quinquenales, única solución que se presenta al gobierno soviético para superar el fracaso de la N.E.P.; solución tardía, casi desesperada, lo que explica su carácter radical desde sus primeros momentos.

La pequeña propiedad habitual es incapaz de incrementar la producción agrícola, y el único medio de conseguirlo se hallará en las grandes explotaciones agrícolas del Estado o de las cooperativas, que disponen de máquinas perfeccionadas y métodos científicos. Para proporcionarles un utillaje moderno en el que abunden los tractores, segadoras, batidoras y abonos y para asegurar la independencia del país es necesario poseer una poderosa industria, principalmente siderúrgica; la mecanización de la agricultura permitirá una producción mayor con una mano de obra más escasa, cuyo excedente será absorbido por las fábricas; de este modo podrá elevarse el nivel de vida de las masas campesinas y urbanas, se atenuarán las diferencias entre las ciudades y el campo y el hombre se convertirá en el verdadero dueño de la producción en vez de estar sometido a las leyes del mercado.

La elaboración del plan

Éste es el programa que adopta el partido comunista en el transcurso de los años 1928-1929; en noviembre de 1929 el célebre artículo de Stalin, El año de la gran crisis, esboza una actitud resueltamente adversa a la pequeña economía rural y justifica la industrialización. Va a iniciarse la primera gran experiencia de planificación que pretende "crear en el ámbito de una nación y a una escala continental nuevas formas de economía". La industrialización y la colectivización serán emprendidas según un plan preciso y minuciosamente estudiado. Hacía ya algunos años que había empezado a reunirse documentación estadística y se habían elaborado programas económicos para ciertas ramas industriales; en 1920 una comisión panrusa de electrificación (Gociro) y en 1921 una Comisión del Consejo de Trabajo y Defensa (Gosplan) habían recibido el encargo de preparar un plan único y conjunto; estos trabajos y estudios habían proseguido, incluso después de que Ja adopción de la N.E.P. obligó a aplazar cualquier planificación.

En cuanto se hubo adoptado la decisión de "renunciar al estímulo de la competencia capitalista", el Gosplan—en relación con las Comisiones del plan formadas en las regiones (Obiplan), los departamentos (Raiplan), las ciudades (Gorplan) y las células de empresa — no tuvo otro trabajo que actualizar y coordinar los estudios anteriores. El primer plan quinquenal no responde, pues, a la improvisación, pues su preparación teórica ha durado siete años y su preparación técnica ha exigido otros dos.

Después de haber decidido "integrar todas las actividades industriales en el Plan" el gobierno soviético tomó un segundo acuerdo de capital importancia: concentrar el esfuerzo en aquellos sectores en que se basan los demás: energía, industria pesada, industria de los bienes de producción que, en definitiva, permitirán aumentar con rapidez los bienes de consumo, haciendo de este modo pasar a segundo plano el desarrollo del bienestar de la población. "A largo plazo, este criterio ha demostrado ser muy prudente y eficaz" (R. P. Chambre), pero las dificultades con que ha chocado han sido considerables: principalmente, la falta de capitales y la negativa de créditos formulada por el mundo capitalista han hecho imposible la importación masiva de utillaje. Por ello ha sido necesario encontrar los medios indispensables para la construcción de una poderosa industria exclusivamente en los recursos interiores y realizar la transformación de la economía en una auténtica autarquía. También ha debido emprenderse, simultáneamente, una rápida industrialización y la colectivización agrícola, es decir, proceder en este aspecto a una profunda revolución social. A medida, en fin, que ha transcurrido el período posterior a 1930 la amenaza de la guerra y las exigencias de defensa ha impuesto a la industrialización un nuevo ritmo e imprevistas modificaciones en los planes que se estaban realizando. Sin embargo, en pocos años ha transformado el aspecto del mundo y al cabo de dos lustros ha convertido un país atrasado en una gran potencia económica, reformando al mismo tiempo la estructura de la sociedad soviética.

El primer plan 1928-1933

El plan (piatiletkn) prevé que la producción global se duplicara, pero como tiende esencialmente a la industrialización del país y en particular al desarrollo masivo de la industria pesada, la parte de la industria debe pasar de 8.600.000 de rublos a 25.800.000, es decir, un aumento del 300%, la de la electrificación de mil millones a 5.300.000, lo que supone un incremento del 530%; por el contrario, la parte de la agricultura debe pasar tan sólo de 28.700.000 a 38.000.000, un 36% solamente. El índice de progreso de cada rama industrial es variable: 3,3 en los medios de producción, y sólo 2 en los bienes de consumo; la metalurgia debe triplicar su capacidad productiva, la industria química quintuplicarla, la industria de construcción multiplicarla por 3,6 y la de combustibles sólidos por 2,5. El número de obreros industriales pasará de 11 a 16 millones. El financiamiento que debe exigir 80.000.000.000 de rublos provendrá de la plusvalía del trabajo nacional: cada año el presupuesto dedicará a inversiones el 30 % de la renta nacional, y a ello se añadirán los empréstitos procedentes del ahorro y los excedentes de la exportación sobre la importación que sean necesarios para comprar al extranjero el utillaje indispensable (deberán exportarse de 5 a 8 millones de toneladas de cereales).

Esta industrialización debe realizarse en el cuadro de las grandes unidades económicas: empresas y regiones. Las nuevas fábricas tendrán unas dimensiones y una potencia comparables a las de las más importantes instalaciones americanas: central eléctrica del Dniéper, agrupaciones metalúrgicas Magnitogorsk, Kuznetsk, Krivoi-Rog y Zaporoié, las fábricas de tractores de Stalingrado, la maquinaria agrícola de Rostov y Nijni-Novgorod; nuevos centros industriales y explotaciones mineras se crearán en el este, en los Urales y en Asia, lejos de las grandes ciudades y de las fronteras, en Magnitogorsk, Kuznetsk, Karaganda, etc.

Su realización

La realización de este primer plan fue desigual e incompleta, caracterizada por retrocesos y dificultades imprevistas, producto de una mala cosecha (1929) y de la crisis mundial que redujo a un nivel muy bajo el volumen y el valor del comercio exterior. La situación se agravó por la insuficiencia de la mano de obra, calificada o no, y de los medios de transporte para el tráfico cada vez mayor. Por otra parte los resultados del primer año, superiores a los previstos, provocaron tal optimismo que se quiso acelerar el ritmo de ejecución del plan y se adoptó la consigna de "realizar el plan en cuatro años"; tuvo que renunciarse a ello rápidamente ante el descontento motivado por la acelerada colectivización agrícola y por el descenso del nivel de vida que este esfuerzo exigía. En el curso del segundo año, varios importantes sectores como la hulla, el acero y la fundición, acusaron un déficit notable en relación con el índice previsto; el retraso fue compensado en parte durante el tercer año, cuando entraron en servicio algunas fábricas gigantescas y el aumento de la producción agrícola, gracias a la mecanización, facilitó el abastecimiento. El resultado final presenta muchas desigualdades: el plan de construcción de maquinaria se ha realizado en un 181,2%, el de electrificación en un 136% y el de la producción petrolífera en un 102 pero en cambio el plan de la extracción de hulla sólo ha dado un 86 % del volumen previsto, el del acero un 57%, el de la fundición un 62%, el de las lanas un 34% (a causa de la falta de arriendos de ganado) y el del azúcar un 32%. En cuanto a las inversiones, si en cifras absolutas parecen haberse efectuado en un 100%, elevación de los precios en un 32% (se había previsto que bajarían en un 23%) ha destruido todas las previsiones.

El segundo y tercer

plan quinquenal

Si el primer plan quinquenal lo sacrificó todo a los fines esenciales — industria pesada y aumento de superficies sembradas —, en detrimento de las demás ramas de la producción, industria ligera, transportes, rendimientos agrícolas, etc., el siguiente período se caracteriza por una planificación más igualitaria de todos los sectores de la economía, aunque algunos tengan prioridad. Por otra parte la realización del plan es más fácil gracias a mayores inversiones y a la mayor comodidad de su financiación.

Al finalizar el segundo plan (1933-1937) la industria pesada ha aumentado desde 1928 6,9 veces y la industria ligera 3,9 veces. La ejecución global del plan se ha elevado a un 102%, pero el reparto es todavía muy desigual: 107% en el calzado, 104% en el azúcar, 100% en el laminado, 104% en el acero, 96% en la electricidad, 91% en la fundición y 89% en la hulla, pero sólo 64% en el algodón y 46% en la lana. El ritmo de progresión del tercer plan, que debía desarrollar las industrias especializadas, especialmente las industrias químicas, se había proyectado que fuera más rápido aún que sus precedentes; la segunda guerra mundial interrumpió su ejecución que, a pesar del enorme incremento de los gastos militares desde 1936, habría conseguido alcanzar un 70% de las previsiones en 1941.

Los resultados en 1940

En el momento en que el ataque alemán arrastra a Rusia a la segunda guerra mundial, la industrialización es un hecho consumado y la colectivización agrícola se halla prácticamente terminada. Se ha eliminado el comercio y la industria privada y se han modificado todas las relaciones de potencia industrial: Rusia se ha convertido en la tercera potencia económica del mundo y la segunda de Europa; ocupa el segundo lugar mundial en la producción de hierro, petróleo y oro, el tercero, en la energía eléctrica, fundición, acero y algodón, el cuarto en la producción de hulla, motores de automóvil, etc. El ejemplo más espectacular de esta transformación es sin duda el incremento de la electrificación, que pasa de una producción de 2.500.000.000 de kw./h. en 1928 a 40.000.000.000 en 1938; esta energía es suministrada por inmensas centrales térmicas pero también por centrales hidroeléctricas, la más importante de las cuales es la del Dniéper inferior, el Dnieprogres, construida de 1927 a 1932, que acciona nueve turbinas de 100.000 caballos de fuerza. Lo mismo ocurre en la industria del caucho —hasta entonces casi inexistente—que cubre la mitad de las necesidades; utiliza las plantas de látex (saghyz, estoque de Méjico) aclimatadas y fabrica caucho sintético.

Los transportes han sido muy mejorados aunque todavía constituyen uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico. La red de canales y ríos se ha beneficiado con el canal Báltico-Mar Blanco, abierto en 1933 y gracias al canal Moscú-Volga terminado en 1937, que permite prolongar el período de circulación por el curso superior del Volga y convierte a Moscú en un gran puerto fluvial; pero la tarea principal del tranco pesa sobre los ferrocarriles. Considerables obras duplican y luego triplican el Transiberiano entre Omsk y Tcheliabinsk, doblan el enlace Moscú y Leningrado con el Donnbas, y se reconstruyen las líneas Arkangel-Moscú y Moscú-Jarkov; se realiza el Turksib, las líneas Urales-Kuznets, Karaganda-Balkach y Urales-Karagada y finalmente se proyecta una línea estratégica que facilitará la explotación del valle inferior del Amur y unirá el Baikal con el Pacífico: Baikal-Amurski-Magistral.

Las nuevas características

de este auge industrial

El aspecto de esta industria se ha modificado extraordinariamente no sólo porque su importancia ha aumentado de manera decisiva sino también porque su estructura y su distribución geográfica han sido absolutamente transformadas. La industria productora de bienes de consumo que en 1913 era doble de la que se dedicaba a los bienes de producción — y que en 1929 la superaba todavía en un 50% — se encuentra en 1940 en un 67%, pues el índice de crecimiento de los bienes de producción había sido del 22 y el de los bienes de consumo del 6,5 solamente. La producción agrícola ha aumentado un 57% con respecto a 1913 (32 % loa cereales, 98% la remolacha azucarera, 281% el algodón) pero la producción industrial se ha desarrollado en un 714%. La importancia de Rusia en el comercio mundial, que siempre había «ido limitada, se reduce todavía más: después de descender al 1,4 % del comercio mundial, remonta a 2,3% en 1932 para volver a 1,3% en 1937, como resultado de la crisis mundial y también del incremento del consumo interior que sólo permite exportar el 0,8% de la producción nacional en vez del 11,6% en 1913. La transformación de la estructura económica del país queda demostrada también por la presencia cada vez mayor de los productos manufacturados en las exportaciones; pasan del 29,4% en 1909-1913 al 68. % en 1932, y durante el mismo período aumentan las importaciones de materias primas.

Esta pujanza es especialmente notable porque coincide con la crisis económica permanente que azota al mundo capitalista, donde la producción declinaba con una gravedad y rapidez nunca conocidas. En 1928 la producción industrial de los Estados Unidos significaba el 44,8 % de la producción mundial, la de Alemania el 11,6%, la de Gran Bretaña el 9,3% y la de Rusia el 4,7%; en 1932 las cifras son, respectivamente, 34,4%, 8,9%, 11,3% y 33,1%. Mientras que en el curso de los diez años que separan el principio de la crisis y la segunda guerra mundial, el mundo capitalista sólo consigue recuperar el nivel de producción de 1929 con grandes esfuerzos. Rusia multiplica varias veces su producción. Además, durante la época de prosperidad, el Japón, los Estados Unidos y Gran Bretaña habían obtenido un ritmo de crecimiento anual de un 5% mientras que Rusia consigue de 1928 a 1940 un incremento anual de 13 a 14%, doble, triple y cuádruple de los índices de crecimiento a largo plazo de los países capitalistas. El carácter excepcionalmente rápido de este desarrollo es confirmado por la comparación de esta cifra con la de la Europa Occidental, cuyo promedio fue del 3,5% de 1900 a 1929 y con el de toda Europa (excepto Rusia), de 1913 a 1936-1938, que se calcula de un 1,4% a 1,7 %.

El progreso se ha llevado a cabo gracias a la formación de profesores de enseñanza técnica, cuyas escuelas se han multiplicado, y gracias también a más de 20.000 técnicos y especialistas extranjeros, alemanes y americanos — como Hugh Cooper, autor de los planos de la presa de Dnieprogros —, a la racionalización del trabajo iniciada ya en su base con los udarniks (obreros de choque) émulos del minero Stajanof, que en una jornada de trabajo, en 1935, arrancó 102 toneladas de carbón (el promedio era de 6,5) y a la "emulación socialista" que en todas las ramas de la industria y de la agricultura se propone batir los records de producción.

Así, pues. Rusia ha quemado las etapas de la revolución industrial. Hasta entonces los países agrícolas se habían industrializado muy lentamente y a costa de depender económicamente de los países capitalistas avanzados; en 1939 Rusia se convierte en la tercera potencia industrial del mundo sin haber comprometido su independencia a favor de los acreedores extranjeros, y dispone ya de la base industrial indispensable para toda potencia militar. No obstante, el nivel de producción por habitante sigue siendo todavía muy inferior al de los demás países industriales: 3,4 veces menos que el de Estados Unidos, 2,7 veces inferior al de Inglaterra, la mitad del de Alemania y algo más reducido que el de Francia.

En suma, la mayor novedad reside en el carácter sistemático y total de la intervención del Estado en la economía. Durante la guerra se habían establecido controles y se habían producido esfuerzos considerables para dirigir la economía en todos los países beligerantes. pero se trataba únicamente de recursos impuestos por las circunstancias y habían desaparecido al terminar las hostilidades. Cuando Rusia lleva a la práctica su primer plan quinquenal, por primera vez un Estado emprende deliberadamente, en tiempo de paz, el control y la reorganización de todo su sistema económico. Este ejemplo había de ser seguido después por numerosos países. Pero por otra parte no se trata sólo de armonizar y coordinar la actividad económica de un país en el marco del sistema existente sino de transformarla íntegramente y moldear de nuevo la estructura social.

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